En el pasado, Omikami seleccionó a sus clérigas de entre todos los clanes de Watatsumi y les entregó personalmente unas coronas sagradas.
Sin embargo, tras la era en la que murió el dios y, con él, las clérigas, estas coronas fueron resguardadas.
En sus canciones, el pueblo de Watatsumi habla de cómo estas coronas hechas con perlas y corales jamás se verán ensuciadas,
y de que las afortunadas personas a quien Omikami se las otorgó fueron reconocidas por él como gobernantes.
En cuanto al valiente rey vasallo conocido como el “Rey de la Montaña del Este” y las gemelas que viajaban por los mares...
Todos ellos fueron bendecidos por la afectuosa mirada de Omikami e inmortalizados en las canciones isleñas.
Según las leyendas, estas gobernantes fueron las ayudantes de Omikami y enseñaron a las diversas gentes de las islas a cultivar, a cazar y a pescar.
Sin embargo, el destino traería la inexorable muerte del dios.
Cargando con las esperanzas y los recuerdos de las profundidades oceánicas e impregnadas de una cultura y una historia que se perdieron hace mucho tiempo, estas elegantes e intrincadas
coronas cayeron en un abismo olvidado junto con sus dueñas.